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El gobernador Llaryora busca reperfilar los vencimientos de la deuda pública provincial

  • Foto del escritor: Gustavo Sampayo
    Gustavo Sampayo
  • 16 ene 2024
  • 1 Min. de lectura

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Tiene pagos en junio y en septiembre por 488 millones de dólares. Pretende lograr de modo voluntario más plazo de los bancos. Schiaretti se fue diciendo que dejaba los fondos asegurados, pero en la Provincia dicen que sólo alcanzaría para este año y que necesita negociar porque se derrumba la recaudación.


No hay plata. Y tampoco hay plan, al menos el que Martín Llaryora concibió cuando transitó su campaña electoral en vistas a las elecciones del 25 de junio.


Es que en estos siete meses, el país mutó dos veces. Las semanas previas a la elección a gobernador, el blue rondaba los $490 y la inflación era un enorme problema: corría al 110% interanual. Se sentían los efectos de la sequía y se pensaba en la escasez de divisas como algo transitorio. Sergio Massa era apenas ministro –no candidato- pero con el poder suficiente para garantizar gobernabilidad. Aseguraba que no se movería del paraguas del FMI y todo indicaba que sí, que se alcanzarían las metas acordadas con el organismo.

Pero Massa logró ser candidato y llegó a la segunda vuelta. Entre su postulación y el balotaje, emitió pesos por el equivalente a dos puntos del PBI, pateó el tablero con el FMI, prometió bonos, devolvió impuestos y sepultó la cuarta categoría de Ganancias. A la Caja de Córdoba, pan y agua. Massa perdió las elecciones: Javier Milei devaluó 54% el peso y encaró un ajuste durísimo, ortodoxo a más no poder, con el objetivo de evitar la hiperinflación, que a su juicio está a la vuelta de la esquina.


 
 
 

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